Tejida una red impenetrable
impenetrable ajena al subterfugio
para que el aroma del sexo sea rancio
rancio como el vaso de cerveza olvidado bajo la cama
percibiendo el lloro-risa
de apenas dos palabras no
no pronunciadas
aquella noche
ninguna de aquellas noches
noches
que no saludan a las miradas
las miradas ya perdidas
de cuando fuimos funambulistas
funambulistas de la tristeza
la tristeza
y el olvido.
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