Flotábamos, y floto.
El limbo es el infierno imperfecto; el infierno sin llama, un infierno de vacío. El castigo ejemplar del truhán.
Sin olvido.
Sin escape.
Con recuerdos. El limbo retuerce tus costillas hasta que los mejores momentos te impiden respirar, y no te atrevas a llorar. Puedes llenar de aullidos cada luna, pero no esperes un eco. El abismo silencioso que todo traga.
Ni siquiera merece la pena acabar el texto. Aunque sigan lloviendo palabras y pierdas la cuenta de las libretas, amontonaditas, aferrándote al recuerdo, amando el limbo.
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