lunes, 26 de noviembre de 2012

Luminaria de a traves.

Es un rincón perdido en una pequeña ciudad y no hay ángulos rectos entre tabiques; es un resoplido de alivio, el hálito del tiempo contrayéndose y dibujando volutas con las agujas del reloj, ahora el minutero frena, el segundero lo adelanta y las horas pasan a golpes de una en una, las tres, las cuatro, las cinco, las cuatro otra vez, tira una linea si te atreves.
El mismo disco girando una y otra vez, aunque un tanto rayado, aunque la aguja algo torcida y así los saltos siempre en el mejor momento de la canción, pero es mas romántico, ya sabes, no es el mismo sonido cuando solo son datos, lo discreto jamás podrá batallar con lo continuo (no se baila a golpes).
Y no dibuja sobre el vaho porque la tinta sea infinita, no se perfila a contraluz por la foto mas hermosa. Hace así, simple, un alarde de su naturaleza y sonríe, reduciendo todo el dibujo de su figura a un ligero trazo, y puede haber bruma a la mañana pero las luces permanecerán intactas.


domingo, 4 de noviembre de 2012

Waav. 1



Nadie sabe como empezo la enfermedad. Cuando dos jovenes se aman, la incuban y contagian a cualquier otro con el que follen. Ellos no lo saben, para ellos es tan invisible como nosotros, pero no podemos alimentarnos de ellos. El margen de seguridad son los cincuenta años, a partir de esa edad desaparece del cuerpo como tantas otras cosas.
No podemos alimentarnos de jovenes.
No podemos follar con ellos.
No podemos follar entre nosotros.
Esas son las normas. Somos hermosos, no necesitamos dormir y engatusamos a cualquiera con la mirada, pero no podemos tener ningun fluido de todos esos cuerpos.

Panda

Y entonces eres. El tiempo se contrae y rasca con uñas de gato cada capa, cada fuente escondida, un sentido golpea a otro y la pelea prosigue hasta que vuelve a comenzar, cuatro, cinco o seis niños jugando a la pelota en tu mismo rincon. Han pasado diecinueve minutos. Rearmas. El desprecio en la mirada que te esconde y siempre el mismo niño el que ha de buscar, alguno intenta hacer trampas y se alarga el juego, pero al final un rincon siempre es demasiado pequeño para escondites, ni siquiera cabemos todos pero lo intentas y es en tu esfuerzo insensato donde te encuentra y vuelta a empezar. Diez, nueve, ocho, siete, seis. Han pasado veintitres minutos mas y sigues siendo, sigues siendo.
Poco importa. Si ahora es invierno, es que sigue la primavera.