sábado, 22 de diciembre de 2012

Prestidigitadores y funambulistas

Porque estoy mordiendo tu nuca, y te giras en el preciso instante en el que deseo tu lengua. Porque apenas empiezas a sentir el hormigueo en tus senos, mi boca enmarca tus pezones.
Olvidas las manos del mago, no hay cartas marcadas.
Tu respiración es la única medida de tiempo. La caricia nuestra unidad de distancia. La palabra se despoja del truco y nos acompaña, sutil, sin ponerle nombre al juego ni anclar agarraderos al espacio que generamos, y vivimos y jugamos en la punta de los dedos, nos alzamos sobre nosotros mismos para bailar con la figura que el otro dibuja sobre la piel; ya la luz que te envuelve es amanecer y anochecer en un solo instante y las estrellas te observan con envidia.
No importa cuantas respiraciones hayan pasado porque seguimos estando a tan solo una caricia.

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