domingo, 30 de diciembre de 2012

In noctem veritas

Tienes nombre de noche de luna llena.
El cielo despejado, las estrellas tomando su lugar en el teatro antes de iniciarse la función. Hay silencio en la noche, un silencio que acampa como el árbitro de las próximas jugadas y ya los protagonistas atraviesan el telón.
Tienes nombre de instante.
La primera palabra rasga el espacio, la primera palabra me rasga. Cada hilo suelto es una nueva caricia, cada caricia es una nueva tela rasgada, cada tela rasgada con sus nuevos hilos sueltos y sus caricias y sus telas rasgadas, la primera palabra rasga el espacio como si fuera el primer grito.
Tienes nombre de mirada.
El cuerpo no es sólo cuerpo; el cuerpo, si habla, no sabe qué es la soledad. El cuerpo llena hasta el último rincón de la estancia, el cuerpo se jacta de su valor y de su saber ser, de su saber estar. El cuerpo, ese que no es sólo cuerpo, sabe que en algún momento puede volver a serlo pero que nada lo opaca cuando libera su esplendor.
Tienes nombre de amanecer.


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