miércoles, 5 de marzo de 2014

Mauvais Sang

El clavo ardiendo.
El agujero en el pecho cauterizado.
Al fin la sangre roja. Duele con cada latido, recorre hirviendo las carreteras escapando en cada control. Diástole. Encuentra en cada hemisferio el mismo mapa de estrellas. Sístole. Vive en una sonrisa de dolor. Late, tuc, una curva peligrosa sin reducir marcha, tac, el muro inevitable. Bebe su propia sangre, la sangre de los amantes jóvenes que nunca fue tan dulce.
Los dedos afilados y la mirada distante.
Sigue conduciendo, amenazando a quien intente sacarle el hierro del corazón.
Sabe que ese dolor es su mejor sonrisa.



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