Aún permanece un rastro de tintura en las rodillas y es que toda su historia tiene un tono rojizo,
un hilo de niña juguetona cuando camina por el campo y cuando trasnocha
el hilo frío cuando muerde sandía cerrando los ojos
el hilo cuando afila la mirada y clava el diente en el labio esperando una respuesta
(uno de sus juegos, un gambito cruel).
Observa a un pájaro y se siente encerrada en su cuerpo para poder desatarse y fantasear volátil, renunciar a la anatomía para ser un fluido de sentimientos y sensaciones
empapar y ser empapada
un glóbulo en el sistema circulatorio de la parte telúrica de ese ente que llamamos belleza.
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