Esos días en los que consigo odiarte, abominarte, y todo tu cuerpo, tus ideas, esa mirada ansiada con la furia de lo incontrolable que dominas cuando no te dominas no son mas que un tumor que rodea tu coño; y entonces mis dedos lo acarician y el me devora, llama a la sangre el pene la punta de los dedos bocas entreabiertas, y envueltos cada vaivén hace saltar las pústulas y caen pedazos formados de celulas sobredimensionadas acumuladas muertas, y en cada empellón asomas indómita reclamando lo que es tuyo y ya tu piel acaricia el aire y el sexo tapa el aroma de la podredumbre. Cuerpos desnudos como vacías las mentes y tú, erguida sobre ti misma y acariciando al fin aquello que tú eres.
Esos días en los que consigo abominarte para darme cuenta que quizás te quiero, o ni siquiera, pero besarte para matar la inquietud del texto sin punto final.
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