jueves, 16 de octubre de 2014

El déficit semanal

Vamos a descorchar otros cincuenta minutos de conversación.
Nuestros rostros descompuestos son la deconstrucción de un amor de necedades, de tardes en las que esperábamos al otro por ver algo de uno mismo.
Vamos a dejar de besar paradojas con frías confesiones de mentira y así abandonar la fábula de pasado en tiempo presente, ese tambor que nos amamanta.
Mejor hagamos que solo dure veinte minutos, antes de que las emociones conviertan el desdén en pirotecnia de feriante.



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