El corredor perdido camino de Marathon trotando entre culpas; nadie sabe porque le acusan de resacas ajenas ni porqué se acerca a verlas. Nadie sabe que hay en su cabeza, la razón de cada rodeo, del acumular distancia innecesaria y su falta de precisión atajando el trayecto.
Nadie se atreve a preguntarle.
El sigue trenzando trayectorias, inmune ya al peso del mensaje en el bolsillo
de espaldas al horizonte y con los brazos abiertos.
Afortunado, ha olvidado el destino y apenas siente la tierra bajo sus pasos; no hay razón que le detenga.
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