El altar del abandono, mirador de ojos vacíos de carga e intención.
Olvidaron la conveniencia de creer en dioses
y así ascendieron
bastardos, lúcidos cerdos inocentes
decentes como el ansia.
Suyo es el cielo
tan suyo que se permiten sentarse a observarlo en calma sin pretender poseerlo
el negativo de la noche les llena de luz.
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