Un lametón, un tanteo.
Saturar los tonos otoñales con agresividad y displicencia
asesinos calmados sin nervios
sangre ardiente y se encierran en un círculo de fuego
el avance en espiral visto desde las alturas
la colisión de dos estrellas errantes.
Revientan tímpanos susurros desesperados que cantan odas innecesarias sobre la demolición de los pronombres; color y luminancia entremezclan intensidades.
Una fiesta de corrupción
en esta latitud solo las esferas distinguen las estaciones y las bailan a su voluntad
la traslación se decide
la rotación es antojo.
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