Tan insaciable el hambre de aprender
que reclama que la carne tenga misterio.
El logos y su tonta manera de codificar lo que ya le decía el mito es el ovillo del gato sobre la alfombra raída.
Déjale, que intente reflejar en una ecuación la perfecta curva de tus senos.
Morirá atropellado mientras piensa en ello y cruza sin mirar un paso de cebra.
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