Bolsas en los ojos.
Yo las tenía, perennes, y me dijiste que fuésemos a pasear. Dejé de comerme las uñas y planteamos un nuevo factor; nos follamos la teoría de las cuerdas a bocados como quien no hace nada, sin la mas mínima importancia. Nada había que publicar, rehuir la doctrina sometidos a vuelos nocturnos era toda la filosofía.
Llenamos de oxígeno el vacío y lanzamos los pulmones por la ventana. Cuando se ponía el sol era el momento en que la luz a través de las rendijas cantaba mas alto. La fricción era la música de aquel cuarto anecoico. Cuando la banda dejo de tocar te quedaste las bolsas de mis ojos.
Hace unos días volví a pensar que te habrás alegrado de que haya vuelto el sol.
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