domingo, 15 de junio de 2014

La corona y el callejón.

Cualquier excusa es buena
se  han acabado
ya no queda remedio.
El dibujo de la sangre sobre el asfalto del callejón brilla como una sonrisa cuando su tacón lo pisa. Salpica de lujuria los adoquines, envuelta en humo como un ángel de negro.
La basura que asoma de los contenedores se ciega con su resplandor; el cuerpo apaleado que muere en una esquina es declarado vencedor.


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