En el dique todos se plantean si la bestia es quien destroza o el destrozado; alguien debe llevar la marca en ese pueblo de facciones endurecidas. Nombrar el cúmulo de vísceras. Honrar el suceso.
El cuchillo sin empuñadura sonríe.
Las diatribas no van con el y se cuela en el bolsillo de dos jóvenes amantes dispuestos a dejar su escuálida vida en cualquier habitación de motel.
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