viernes, 8 de agosto de 2014

Pasajeros del margen

Vano esfuerzo cuando el grito de la pesadilla confunde el sueño, como si fuesen excluyentes y no pudiesen compartir lecho o siquiera habitación, vano esfuerzo.
Vano esfuerzo la sonrisa ante el horror si hay esfuerzo en la sonrisa o cualquier otro tapiz mancha el hambre de los dientes, vano esfuerzo.
Labios sensatos mecen y entremezclan ideas-fluidos en el silencio seminal del abrir de la función, ningún asistente sentado, ningún espectador. Lenguas tallan una nueva forma de vida; agujeros en los que mueren ahogados los actores y el pálpito prosigue en el charco de sus restos, inmune a la idea de esfuerzo, de hacer, de ser, como entidad que se apropia de cada rincón del teatro y evita el final de la función.
Los valientes ya no existen y sin ellos nada existiría.


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