Escribidnos un réquiem. Vamos a morir.
En esta guerra solo llevamos por armadura la piel desnuda; cada beso un nuevo corte, caricias lacerantes. Sangre dulce como dulce la muerte buscada, miradas afiladas y ponzoña inyectada en cada mordisco.
Nada crecerá del abono de nuestra descomposición; si acaso otro nuevo yo, otro nuevo tú, una nueva pasarela de entrada a la pista central. No aplaudirán. El espectáculo y la pasión de la aniquilación solo lo entendemos los combatientes.
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