Es una pequeña caja que observas y nunca abres; suficiente luz sale por las rendijas y el pánico a la ceguera. Regalo que no rasgas, tan hermosa la envuelta, tan segura y estéril. Mordisqueas las uñas para evitar un accidente, el sonido del tren de fondo. Cantos en siete lenguas. Fonética escondida bajo conocimientos de semántica y etimología, sostenes y pilares, cimientos de arena. Aunque nos explique que palabras perdidas como compasión puede remitir a la posibilidad de compartir sentimientos, sin indulgencia ni paternalismos, es toda una ciencia de obstáculos para los sentidos, la marathon en la que convertir el sprint del impulso.
La caja, lo que tiene dentro, lo que puedas sacar o guardar en ella, es intrascendente. Pero importa, y mucho, los ojos con los que te acerques a la caja. O el silencio.
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