sábado, 5 de julio de 2014

Maravillas imperfectas

Callas. Sonríes. Eso basta para desenredarme, sacarme de la trama de causas y efectos conscientes en la que llevaba batallando un par de días, o de horas, pues el tiempo es un detalle prescindible en esta pequeña historia.
Con un gesto explicas que ningún dios puede contenerte. Callas. Sonríes. Una mirada, se cae el cartesianismo de definir los juegos por sus reglas; el campo abierto, alguna calva en el césped, persecución en círculos sin saber quien la lleva, juegan con su tamaño entropía, fuerza centrífuga y demás medidas cautelares (la ciencia, siempre prudente) hasta que de un giro reinventamos una nueva ley universal. De universo de cuerpos escasos en número y abundantes en componentes esenciales, ley mutable, mutante e indefinida que acota la distancia siempre variable como una ecuación de pistas, logros, mensajes ocultos bajo piedras e incluso el vuelo de los pájaros cayendo en picado desde las cornisas, porque en este descampado abierto caben hasta rascacielos de quita y pon, que armamos y destruimos al antojo del momento. El poder de poderlo todo sin ninguna responsabilidad.
Inmunes.
Brillantes.


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